
De izquierda a derecha, Remedios, Ana, Carmen y Eduardo Gómez Márquez, de Santa Cruz. Detrás, su hermano Antonio, asesinado junto a su padre Juan José Gómez Gálvez, el 6 de agosto de 1936, por la columna del general Varela en Castro del Río.
El 6 de agosto de 1936, a los pocos días del comienzo de la guerra civil española, una columna militar dirigida por el general José Enrique Varela Iglesias, afín a los sublevados, sacó a varias decenas de presos de la cárcel de Montilla, una localidad donde había triunfado el golpe de Estado el mismo 18 de julio. Entre los reclusos se encontraban 13 vecinos de Santa Cruz, una aldea perteneciente entonces a Montilla y hoy a Córdoba capital. Cuando llegaron a las inmediaciones del pueblo vecino de Castro del Río, los prisioneros fueron fusilados. El lugar preciso de su muerte y enterramiento lo obtuve de manera tardía y fortuita, en una conferencia que impartí en Castro del Río a finales de 2014. Al nombrar el hecho e indicar que de acuerdo con algunos testimonios las víctimas podrían estar inhumadas en la finca de Monterrite, un par de asistentes, Francisco Merino Cañasveras y Blas Criado, me corrigieron y me indicaron que más bien podría ser Santa Rita. Blas, que trabajaba en los años noventa en la televisión local, me señaló que en ese sitio se encontraron restos humanos, que parecían ser recientes, cuando se excavaron hoyos para la plantación de olivos, y que incluso grabaron imágenes de aquel acontecimiento. Con esta información en la mano, rápidamente me puse en contacto con Remedios Gómez Márquez, a la que conocí cuando aportó su testimonio sobre Santa Cruz para la cuarta edición de mi libro Los puños y las pistolas. La represión en Montilla (1936-1944), publicada en 2009. Con ella, y con algunos de sus hijos, había compartido charlas y había coincidido en múltiples ocasiones en Córdoba en actos de carácter histórico.
Remedios Gómez había nacido en la aldea de Santa Cruz. Allí, el 20 de julio de 1936, solo dos días después del golpe de Estado, unos militares detuvieron a su hermano Antonio, de 17 años entonces (aparece en la fotografía de arriba), y a su padre, Juan José Gómez Gálvez, apodado Bandurria, de 46 años, junto a otros 11 vecinos. Todos estuvieron retenidos en el patio del cuartel de la Guardia Civil del vecino pueblo de Espejo, a pleno sol y amarrados de dos en dos, hasta que los trasladaron a Montilla dos días después. El padre y el hermano de Remedios iban en el grupo de presos sacados de esta cárcel y fusilados en Castro del Río por la columna del general Varela el 6 de agosto. La madre de Remedios, Dolores Márquez, como casi toda la población de Santa Cruz, huyó a finales de septiembre de la aldea tras su toma por las fuerzas franquistas del comandante Sagrado. Se refugió en Torredelcampo (Jaén), situado en zona republicana, donde los cuatro niños menores, entre los que se encontraba Remedios, estuvieron a punto de ser enviados a Rusia porque ella enfermó. Cuando regresaron a su domicilio en la posguerra se encontraron con que había sido ocupado por un falangista y que todos los muebles y enseres habían desaparecido, incluidas las bandurrias que el padre tocaba y por las que recibía el apodo. El falangista les cedió una habitación para que se cobijaran, pero siguió ocupando la casa como si fuera de su propiedad hasta que le apeteció. A varias mujeres y a las madres y esposas de los vecinos que habían sido asesinados al comienzo de la contienda, como le sucedió a la madre de Remedios, los falangistas les ordenaban que barrieran la plaza del pueblo para humillarlas públicamente y a algunas les raparon la cabeza y les dieron aceite de ricino. La familia de Remedios pudo sobrevivir pasando muchas calamidades y miserias, y se vio obligada a emigrar a Córdoba capital.
Cuando conocí a Remedios, uno de sus deseos, defendido con una entereza y una dignidad envidiables para su edad, era localizar los restos de su hermano y de su padre para darles digna sepultura, así que le propuse que iniciara los trámites legales para la búsqueda, pues según la información que obtuve en mi conferencia podrían estar enterrados en Santa Rita. En enero de 2015, elaboré un informe histórico, que puede leerse en este enlace, para avalar la solicitud que realizaron ella y los familiares de algunos de estos fusilados de Santa Cruz a la entonces Dirección General de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía, con la intención de que aprobara el inicio de los protocolos de actuación previstos para exhumaciones de víctimas de la guerra civil. Año y medio después, el 10 de agosto de 2016, el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía publicó que la indagación, localización, exhumación e identificación genética de las posibles víctimas enterradas en la fosa común de Santa Rita sería incluida en las actuaciones que se llevarían a cabo en los próximos meses en 37 localidades andaluzas.
Respecto a las exhumaciones de víctimas de la guerra civil, hemos de recordar que los restos de las víctimas de la represión republicana, con dinero público, fueron sacados de las fosas comunes, identificados e inhumados en cementerios, según establecieron al menos dos órdenes de 6 de mayo de 1939 y de 1 de mayo de 1940 del Ministerio de Gobernación franquista. Tras estas fechas de la primera posguerra, 33.815 cadáveres (de ellos, 21.423 identificados), la inmensa mayoría de combatientes, se exhumaron y se enterraron con posterioridad en el Valle de los Caídos. No ocurrió igual con las víctimas de la represión franquista. Aunque hubo exhumaciones puntuales de fosas comunes durante la Transición, llevadas a cabo por los familiares de manera privada, hasta el año 2000 no se inició la primera exhumación científica de víctimas republicanas en Priaranza del Bierzo (León), donde se identificaron 13 cadáveres. Desde esa fecha y hasta el año 2018, se abrieron 740 fosas comunes y se recuperaron más de 9.000 cadáveres, gracias sobre todo al impulso de las asociaciones de memoria histórica, según un informe elaborado para el Ministerio de Justicia por un grupo de 11 expertos coordinados por el forense Francisco Etxeberria, de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. En nuestro país hay contabilizadas 2.382 fosas de víctimas de la represión franquista aún sin excavar que albergarían más de 45.000 cadáveres.
En los últimos años, distintos organismos de la ONU han recordado al gobierno de España que el Derecho Internacional Humanitario recoge que la búsqueda, identificación y entrega a sus familiares de los restos mortales de los fallecidos y desaparecidos en un conflicto armado, sea internacional o una guerra civil, es una obligación de los estados, y también establece el derecho de las familias a saber qué les ocurrió, a rememorarlos y a recuperar sus restos. Estas obligaciones de los gobiernos y los derechos de las familias son de carácter universal y no prescriben con el tiempo. La finalidad es acabar con el dolor y la angustia de los familiares hasta que encuentran el cuerpo de su ser querido, que es la única manera de cerrar las heridas que aún permanecían abiertas.
La intervención arqueológica realizada en la finca Santa Rita de Castro del Río resultó acertada. En junio de 2017 ya se habían localizado en el terreno los restos, en la mayoría de los casos minúsculos, de entre 12 y 14 varones, casi todos menores de veinte años. El informe arqueológico final, difundido por la Junta de Andalucía a principios de enero de 2018, se puede leer en este enlace. Por fortuna, el análisis genético realizado por la Universidad de Granada para lograr la identificación de los cadáveres fue positivo para una de las familias implicadas y para Remedios Gómez, que ha logrado rescatar los restos de su padre, pero no los de su hermano. Los restos de este y de otros muchos fusilados allí posiblemente acabaron metidos en sacos de abono, tras aparecer durante la excavación de los hoyos para la plantación de olivas en la finca en los años noventa del siglo pasado. La Guardia Civil abrió un atestado tras el hallazgo, pero en la actualidad ha sido imposible encontrarlo ni localizar el lugar a donde fueron a parar los sacos con los restos de esas víctimas, a pesar de las gestiones realizadas por personas e instituciones como la propia alcaldía de Castro del Río, en manos de José Luis Caravaca Crespo cuando se realizó la excavación. En aquel momento no era una prioridad para las autoridades públicas (ni estatales, ni autonómicas ni municipales) la búsqueda de los restos de las víctimas de la contienda, así que es muy posible que hayamos perdido el rastro de ellos para siempre.
Aunque el resultado del proceso que estamos analizando haya sido positivo, también resultó muy largo, pues desde que las familias solicitaron oficialmente la búsqueda trascurrieron cuatro años y ocho meses, lo que nos indica la lentitud con la que funciona la maquinaria administrativa autonómica que se encarga del tema, y más teniendo en cuenta que entre los demandantes de estas exhumaciones hay personas de muy avanzada edad. Después de tanto tiempo esperando, el día 19 de octubre de 2019, en una ceremonia familiar y privada a la que fui invitado a asistir en el cementerio de Castro del Río, los arqueólogos encargados de la excavación, Jesús Román Román y Juan Manuel Guijo Mauri, le entregaron a Remedios Gómez una pequeña caja de madera. Contenía minúsculos y escasos restos de su padre, ya que las labores agrícolas en la finca habían desperdigado y destruido los huesos, inhumados por sus verdugos casi a ras de tierra. En aquel momento, su emoción, su nerviosismo y su agradecimiento a todos los que la habíamos ayudado después de tantos años de búsqueda eran patentes. Por fin ella y su familia cerraban una de las tantas heridas abiertas por la represión y por la guerra civil española. El cuerpo de su padre ahora podrá descansar en paz, no donde sus asesinos lo habían arrojado, sino enterrado con dignidad junto a su esposa en el cementerio de San Rafael de Córdoba, la ciudad donde reside la familia.

Fotografía realizada el 9 de noviembre de 2014 por Rafael González en la que aparezco con Remedios Gómez Márquez.
Gracias Arcángel, por tu buen quehacer conservamos la esperanza. Un abrazo.
De esa fosa que comentas se conoce el lugar exacto. Hace unos años durante unos trabajos agrícolas, desfondando el terreno, apareció. Creo que se dio parte del hallazgo.
Hola Diego. Esperemos que los trabajos que va a llevar a cabo la Dirección General de Memoria Democrática confirmen que en ese lugar está la fosa que estamos buscando. Ellos tienen medios para comprobarlo. Muchas gracias por tu comentario.
Hola Arcángel,
Me ha gustado mucho tu artículo, y como siempre, excelentemente escrito. Me alegra saber que la Junta, aunque lentamente no haya detenido las exhumaciones. Estoy seguro de que eso es por personas que, como
tú, seguís manteniendo la memoria histórica viva. Un cordial saludo
Muchas gracias, Trinitario. Según el BOJA, han sido 37 las intervenciones aprobadas. Los historiadores no podemos realizar peticiones de exhumación a la Junta de Andalucía. No lo permite la normativa vigente. En este caso han sido los familiares de las víctimas. Yo solo he realizado un informe histórico, que he entregado a las familias, para avalar su solicitud.Esperemos que haya suerte y la búsqueda dé resultados. Un saludo.
Hola Arcángel,
Que buenos artículo y informe!!! Tant eficaces para dignificar a las personas asesinadas y desaparecidas como dar esperanza a sus familiares . Felicidades.
Si Remedios nacio el 20 de julio del 1936. Como es que en la foto está, pues si su hermano murió el 8 de Agosto de 1936 ella tendría 18 días. Y en esa foto parece algo mayor.
Me imagino que será un error de la fecha de nacimiento, o la de la foto no es Remedios.
Estimada Ega:
En ningún momento afirmo en mi artículo que Remedios naciera el día 20 de julio de 1936. Ese no fue el día de su nacimiento, sino el día en el que la columna militar entró en Santa Cruz y detuvo a su padre y su hermano. Ella nació en 1932. Espero aclararle sus dudas con mi comentario. Un saludo.